Aunque hoy sea una sociedad limitada, el nuestro es un negocio familiar que fundó mi abuelo, Salvador Arias Blanch, en 1928. Lo que entonces era “Casa Arias” nació porque mi abuelo era pintor y, además de vender tapices a otras tiendas, recibía la visita de otros pintores que buscaban alguien que enmarcara sus obras con la calidad necesaria.
Posteriormente, mi abuela se ocupó del negocio, luego mi padre, quien anteriormente e independientemente de “Casa Arias” creó la empresa “Maderart”, llegando a ser reconocido por el sector como el mejor fabricante de molduras en oros y platas envejecidas. “Casa Arias” se acabó convirtiendo en Marcs Arias, S.L y hace veintisiete años que yo entré en la empresa. Tenía entonces veinte años.