Con la aceptabilidad de los paneles pintados vino la pintura de caballete, lo que le permitió al artista trabajar en un estudio. Los marcos se hicieron entonces en forma separada de la pintura, a menudo creados por los mismos artistas y usualmente terminados antes de comenzar a pintar el final de la pintura. Estos marcos eran diseñados como una extensión de la pintura. Un estilo, un símbolo o una forma de la pintura era continuada en el marco; nombres y fechas se ponían en los marcos de los retratos. Esta armonía entre la pintura y el marco fue parcialmente posible por la variedad de habilidades de los artistas, cuya extensa educación incluía, desde botánica y arquitectura, a dorado y mezcla de colores.
Con el Renacimiento se desarrollaron diferentes tipos de marcos para la extensa variedad de pinturas encargadas, no sólo por la iglesia, sino también por ricos mercaderes y nobles (quienes pedían retratos, temas religiosos y mitológicos).